lunes, marzo 10, 2008

La cuenta atrás

Mucho más que seis horas

El misterio de la Santa Cena posa sus zancos por primera vez fuera de San Pedro en la calle del General Ricardos; alfa, omega y cúlmen del paseo de cada Domingo de Ramos por las calles de Almería. Se ha interpretado, como cada año, Este es mi Cuerpo, la ‘marcha del Cristo’. Empieza a acabarse la cofradía.

Los relevos son cortos, el itinerario no da para más. En apenas un ratito el impresionante grupo escultórico que tallara Navarro Arteaga se encuentra en José Ángel Valente. Apenas han pasado las ocho de la tarde y la sensación ya es la de ir de vuelta.

Atrás van quedando los meses de preparación, las reuniones de convivencia para aportar ideas, el afectuoso saludo a cada uno de los compañeros durante el año, los preparativos cuaresmales, el montaje de los pasos. Armados hasta los dientes en los intensos ensayos previos, damos forma cual ceramista al trabajo que año a año presentamos a la ciudad.

Los acontecimientos se precipitan; Catedral, Cubo, Real, Virgen del Mar... los cuerpos comienzan a asentarse, es entonces cuando la cuadrilla da lo mejor de sí misma. “Ya huele a Ricardos”.

En plena Carrera Oficial hay nuevo relevo. Unos se salen por última vez y enfilan Paseo arriba hacia el relevo más esperado. Otros hacen su última entrada en el paso y con la ilusión de los momentos finales culminan la arteria principal de la ciudad. La vuelta hacia Ricardos es momento de emociones. La tristeza de los de dentro por aplazar una vez más sus sueños de maderas, kilos, costal y trabajo bien hecho hasta el año que viene se entremezcla con la euforia contenida de los que a punto están de cruzar ese umbral de faldones granate que separa la simple calle con el paraíso costalero.

Sentimientos a flor de piel mientras el paso está arriado. Suena el martillo, la lengua al palo y los corazones latiendo todos en uno. Como cada año las levantás en esta calle se dedican a quienes más lo merecen, siempre una por los de negro y sobre todo siempre al cielo de los cielos, siempre fuerte parriba.

En ese momento el centro del mundo está en Almería, al menos el centro de nuestro mundo. En esa calle adoquinada, 45 son los afortunados que sobre su cerviz le portan a Él y a sus doce apóstoles, esos que durante el resto del año nos esperan junto a la Puerta de los Perdones. Él, el que recibe nuestras visitas tanto en primavera como en otoño, el depositario de nuestras peticiones y plegarias, el centro de todo esto. No importa que marcha suene ni que banda la interprete, a buen seguro será siempre la más indicada y, como si soldados del regimiento que dirigiera aquel General que da nombre a nuestra calle, los cuarenta y cinco peones que pueblan las trabajaderas de la Cena, tan derechos como un militar en formación, acompasan sus cuerpos, sus piernas, sus corazones y su mente para rubricar el milagro de cada año. El movimiento es suave, impecable siempre. Una tras otra, las últimas chicotás nos dejan ante la Puerta de los Perdones, aquella que culmina nuestras ilusiones, aquella que nos sirve de apoyo durante el año cuando recordando los grandes momentos vividos, volvemos a acercarnos a verle de cerca como quien visita a un amigo.

Poco queda ya, apenas los últimos minutos. Con precisión milimétrica el impresionante misterio atraviesa el pórtico por el que apenas cabe. San Pedro vuelve a acogernos y sólo nuestros nazarenos viven esos momentos, quizás los más emocionantes de todo el Domingo de Ramos.

Un año más, tras una eterna arriá a pulso, el paso queda depositado en el lugar que viene haciéndolo durante mucho tiempo. Todo se ha consumado, la felicidad, la emoción y la tristeza se hacen todo una para reflejarse en los rostros de sus cerca de ochenta costaleros. Él ha vuelto a realizar ese milagro, ha vuelto a cuidar de nosotros durante su paseo anual por las calles almerienses.

Ser costalero de la Cena es mucho más que seis horas escribiendo a nuestra manera la historia del oficio al que tanto amamos, es mucho más que disfrutar el Domingo de Ramos, es algo que se vive durante todo el año...

...es algo indescriptible.


*Dedicado a todos los que hacen posible ese Domingo de Ramos tan especial y en especial a Juan Francisco Jódar Bernal, maestro que nos enseñó desde abajo a vivirlo de esta manera.


Escrito por Basilio García Navarro, para el boletín de la Hermandad de la Cena.


.

2 comentarios:

José Ramón Suárez Ortiz dijo...

El contenido del artículo es tela de flojo; en consonancia con el continente (el boletín), vamos.

Pero lo que más gracia me ha hecho es que, después de intentar describir lo que es ser costalero de la Cena, después de emplear 708 palabras en el intento, va mi Kiski y termina diciendo que ...es algo indescriptible.


Post Scritpum Perdón por la dureza pero para alabar el artículo ya entrarán Chipi, Jorge Ponce, Alex, Juan Fco., Joseles, Jordi... ;o)

Jorge Ponce dijo...

Iba a entrar a alabar el artículo, pero ya me da verguenza xDDD!!!